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¿Llama Dios a personas comunes a pelear contra injusticias?

Alejandro Hernandez August 14, 2020

contenido

¿Te has preguntado cómo se relaciona tu llamado en misiones con el hecho de establecer la justicia y la rectitud? ¿Tu corazón ha sido conmovido y quebrantado por las mismas injusticias que quebrantan el corazón de Dios?

En ocasiones parece difícil lograrlo ante sociedades y organizaciones corruptas. Entonces la pregunta es: ¿Puede una persona común hacer algo para establecer la justicia? ¿Acaso un ciudadano cualquiera tiene la capacidad de hacer algo por los menos favorecidos?

Veamos esto más a fondo, empezando por un viaje al pasado.

Un hombre del campo vs la injusticia

Existió un hombre tiempo atrás llamado Amós. Era un simple agricultor con un corazón especial por la nación vecina de Israel. Dios le había dado un mensaje para Israel, un mensaje que no era simple para la época y las personas a la que se dirigió.

Los líderes políticos y religiosos de la nación de Israel y las otras naciones cercanas vivían en prosperidad a expensas de los más vulnerables.

No era difícil ver las injusticias. Había explotación de los pobres y necesitados, esclavitud y venta de los débiles y la falta de representación legal de los oprimidos.

Se evidenciaba la negación de los derechos de los huérfanos, viudas y extranjeros. Estos fueron solo algunos de los constantes atropellos que se vivieron en aquel tiempo.

¿Te suena familiar esto? Fueron las mismas injusticias que suceden hoy en día a las que este agricultor se enfrentaba.

Contra toda probabilidad y un sistema que favorecía a los más ricos, Amós fue capaz de abogar por los más débiles.

El mensaje que Dios le dio fue claro:

"Mejor traten con justicia a los demás y sean justos como yo lo soy. ¡Que abunden sus buenas acciones como abundan las aguas de un río caudaloso!" (Amós 5:24, TLA)

A Dios le importaba la rectitud con la que debían vivir, y la justicia que tenían que procurar. Fue así como un ciudadano común llevó la carga de un pueblo que no era el suyo, un agricultor, un Hijo de Dios.

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Excluidos sociales frente al abuso

Existieron creyentes quienes vivieron los más altos estándares de justicia y rectitud frente a un imperio que no valoraba la vida humana: el Imperio Romano.

Este imperio favorecía sólo a los grupos más influyentes de la sociedad.

Los recién nacidos con algún defecto eran sacrificados o dejados a su suerte. Las mujeres no tenían ni voto ni valor. Viudas y enfermos eran abandonados a su propia fortuna. Los más pobres y extranjeros eran marginados y a veces vendidos como esclavos.

Estos cristianos, al igual que Amós y los profetas del antiguo pacto, valientemente se opusieron a un sistema ideológico que iba en contra de la dignidad humana.

A través de sus actos de servicio, sacrificio y justicia, abogaron por la causa de los oprimidos. Establecieron un nuevo concepto de dignidad humana y justicia en todo el imperio.

A pesar de ser perseguidos por sus convicciones, reflejaron la justicia, la verdad, el amor y la rectitud.

Personas comunes

Las mismas injusticias mencionadas anteriormente se viven hoy en día en cualquier región del mundo.

Actualmente existen muchas más injusticias sociales que hace algunos siglos. El clamor y el llanto de muchos aún sigue haciendo eco: Aún se escucha ese grito desesperado por ayuda y justicia en pueblos lejanos y grandes ciudades.

Como creyentes nos enfrentamos y encaramos estas realidades convencidos de que con Dios podemos hacer algo.

Puede ser abrumador ser testigo de la ruptura familiar, el abandono, y los sistemas judiciales desfavorables. La lista de injusticias sigue: explotación sexual y laboral, tráfico humano, crisis migratorias y pobreza extrema.

Estas son injusticias que destruyen relaciones y crean una gran desconexión entre el gobierno y la sociedad civil. Sin embargo, aún existen cristianos que darán todo por los más vulnerables y marginados en sociedad.

Son personas comunes como todos nosotros, dispuestas a levantar su voz y tomar acción. En pocas palabras abogan por la causa de todos los oprimidos y esclavizados.

Con convicciones inamovibles y una valentía temeraria, nunca dejan de pelear para devolverle el valor y la dignidad a las personas.

Lee más: La respuesta misionera a la injusticia

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Misiones y justicia siempre han ido de la mano

Luego de leer todas esas injusticias seguramente nos preguntamos: ¿Podemos hacer algo para restablecer la justicia? ¿Cómo podemos cambiar estas circunstancias? ¿Cuál es el papel de los hijos de Dios en todas estas crisis sociales?

Dios nos dice qué hacer: “Defiende al débil y al huérfano; haz justicia al vulnerable y al pobre. Libra al oprimido y al necesitado; Libralo de mano de los injustos”. (Salmos 84:3-4, NVI)

Defender la justicia implica un trabajo que requiere: oración, compasión y valentía.

Oración

Antes de buscar la justicia, debemos buscar al Dios de la justicia.

Primero tenemos que conocer su carácter justo a través de su palabra y crecer en nuestra relación con él.

Dios desea que clamemos por justicia y juzguemos con la verdad. De este modo podremos valientemente hacer frente a las crisis sociales orando e intercediendo por ellas.

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Compasión

Para extender justicia a otros, primero necesitamos entender su contexto y situación. Logramos eso caminando al lado de los que sufren, haciendo las preguntas adecuadas e investigando la raíz de sus problemáticas.

Valentía

Se requiere valentía para iniciar proyectos o ministerios con los grupos marginados de tu comunidad. Al tener osadía, el unirte a la lucha de algunas organizaciones hará satisfactorio levantar tu voz a favor de los más vulnerables.

Dios es nuestro ejemplo de justicia y está buscando a aquellos que pueden defender la causa de los débiles y restablecer los derecho de los oprimidos. ¿Cuál va a ser tu respuesta a la injusticia?

Recuerda: si las personas comunes de la historia lo hicieron, tú puedes también.

Aprende más sobre nuestra Escuela de Justicia y Abogacía

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