¿Tienes lo que se necesita para ser misionero?

No tomes a la ligera el llamado de Dios; considera lo que significa decir sí.

Como misionero, viajará a naciones distantes, a regiones cerradas al evangelio, a tribus a las que pocas personas han llegado antes. Te enfrentarás a condiciones climáticas extremas, insectos, terrenos difíciles, barreras del idioma y comida extraña, todo por el simple hecho de contarle a la gente acerca de un Dios que los ama.

¿Estás listo para convertirte en misionero? Pregúntate: ¿eres adaptable? Dormirás en hamacas, en aeropuertos, en pisos de cemento, entre dos personas en un autobús y en camas suaves de hotel.

A medida que viajas de un lugar a otro, es posible que necesites llevar todas tus posesiones en tu espalda. Comerás de todo, desde arroz y frijoles hasta sushi de pulpo y cerebro de cabra y lo comerás con una sonrisa y le dirás a tu anfitrión que está delicioso.

¿Tienes el corazón de un misionero? ¿Estás dispuesto a ayudar a los pobres, los necesitados y los que sufren, incluso en los días en que no te sientes motivado? Verás sufrimiento, pobreza, enfermedad e injusticia a donde quiera voltees.

Habrá momentos en los que tendrás que arrodillarte en la tierra para limpiar la nariz llena de mocos de un niño. Tendrás que respirar por la boca para evitar el olor a basura al entregar comida a las familias que viven en barrios marginales. Llorarás por niños que están en camas de hospital, orarás con adolescentes que han sido obligados a participar en actividades de pandillas y consolarás a las mujeres que han recurrido a la prostitución como último recurso. Abrazarás a los marginados de la sociedad y les dirás que son amados.

¿Estás preparado para confiar en que Dios te proveerá?

Habrá momentos en los que no estés seguro de dónde vendrá el dinero que necesitas, a veces para un boleto de avión, a veces para una comida sencilla. Dios podría desafiarte a que vacíes tus bolsillos, vendas algunas pertenencias y vacíes tu cuenta bancaria para ayudar a alguien que lo necesite. Tendrás que escribir cartas, hacer llamadas telefónicas y ser lo suficientemente humilde como para pedirle a otras personas que te apoyen a medida que ingresas a las naciones.

¿Estás buscando embarcarte a un viaje lleno de significado y propósito?

¿Estás dispuesto a dejar que Dios te guíe en ese viaje? Serás humillado como nunca antes, te desafiarán más allá de tu punto de quiebre y te estirarán de formas que nunca creíste posibles. Llorarás y reirás, llorarás y te alegrarás. Cuidado, no es una vida de comodidad y ciertamente no es una vida perfecta. Es desorden, caos y a veces, te deja con más preguntas que respuestas.

Pero la vida de un misionero es gratificante y satisfactoria. Es un privilegio ser parte de las cosas increíbles que Dios está haciendo en el mundo; los misioneros viven al borde de todo y en medio de la acción.  Si no estás seguro de tener lo que se necesita, no te desanimes. 

Recuerda que no hacemos nada por nuestra propia fuerza, sino por la sabiduría y poder de Dios. " Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte". (1 Corintios 1:27)

Lo único que debes hacer es responder al llamado. 

¿Tienes lo que se necesita para ser misionero? Más importante aún, ¿tienes lo que se necesita para intentar?